Up

A veces me intento imaginar la cara de los productores de Pixar cuando Pete Docter y Bob Peterson les dijeron algo así como “queremos hacer una película con un anciano gruñón al que a los cinco minutos se le muere la mujer.” Esta insensatez sólo se le puede ocurrir a un loco o a un genio. Y está claro que Pixar está lleno de lo segundo. Parece mentira que lo que venga tras ese inicio sea una película tan hermosa, humana y esperanzadora. Lo de la casa con los globos surcando los cielos se llama poesía. Es, sin duda, una de las imágenes más inspiradas que nos ha regalado el cine contemporáneo.
Luego llegan los perros en avioneta y un tramo final menos brillante, pero con eso no hay suficiente para empañar una película excepcional.


Lo mejor:
los diez minutos iniciales.
Lo peor: el diseño de los perros malos.